sábado, 10 de octubre de 2015

las papas y el arte : de america al mundo

Con ocasión de la exposición Comer en Parque Explora, éste es un texto del artista Ernesto Restrepo Morillo sobre su trabajo con papas difundiendo el Proyecto Cosecha de Papas.

En 1992, año de la discutida celebración del descubrimiento de América, fui invitado a la Galería de la Oficina a una exposición sobre “el bodegón”, aproveché para hacer una obra que a la vez comentara sobre el discutido aniversario.

De la manera como veía este evento, no había necesidad de echar culpas y lamentarse. Decidí hacerle un homenaje a América, resaltando que cosas de acá habían invadido al mundo tanto como las cosas que de Europa habían llegado a América.

Dándole vueltas a este asunto llegué a la papa, el tubérculo americano despreciable y feo que terminó salvando a Europa del hambre, calmando la sed de los rusos, completando la comida francesa y siendo símbolo de Irlanda, tanto que Van Gogh la hizo tema del arte, entre otras cosas.

Hoy la papa es la primera planta cosechada en el espacio, se usa para hacer plásticos, y (al fin) tiene reconocimiento como objeto de belleza, su valor estético va desde su uso como elemento decorativo, hay bonsáis a partir de la solanácea y hasta objeto de uso sexual.

El arte como mencioné antes no ha estado exento de su presencia, pero vale la pena mencionar que un gran numero de artistas han reconocido su apego a la patata, Joseph Beuys, Víctor Gripo, Denis Openhaim, entre otros (curiosamente artistas conceptuales).

Solo hace falta mirar en las cerámicas quechuas los verdaderos padres de la papa, la adoración, respeto y responsabilidad que le entregaban a este, como símbolo de vida y de realidad terrenal.

Así pues, hice una serie de pilas de papa de bronce, lo más cercanas a la realidad. Al fin de cuentas eran un homenaje y en estos casos lo mejor es decir de las virtudes del homenajeado. Al final su humildad, la de la papa, era lo más valioso. Sin especulación poética, solo un retrato fiel.

Recortando esta historia, después empecé a hacer las papas de cerámica y, de hacerlas y hacerlas, cada vez eran mas realistas, hasta el punto de parecer un truco efectista. Al mismo tiempo su carga conceptual fue haciéndose mas fuerte, sus referentes a la economía y la historia fueron más evidentes. Y lo más importante, el tiempo de la obra. Cada año desde el 92 he hecho una cosecha, y la llamo “cosecha de papas”.

Al final estas, como en cualquier cosecha, dejan el bulto y van al tendero y luego a la mesa más humilde o al restaurante más elegante por igual. Mis papas son regaladas, intercambiadas o vendidas, y están en las casas, en museos y en colecciones publicas y privadas. En oficinas y en restaurantes. Ricos y pobres las tienen. Son para mi una especie de moneda de valor relativo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario